Lo de la captura de los pishtacos que mataron a 60 campesinos para vender grasa humana es uno de los psicosociales más torpes y grotescos que he conocido en toda mi vida de observador político. Repito lo que escribí en Peru21:
“Tal ha sido la centralidad del espía que ni siquiera la alucinada historia de los ‘pishtacos’ ha podido competir. Según nuestro ministro del Interior, la PNP descubrió una banda que asesinó a 60 campesinos para sacarles la grasa y venderla a 15,000 dólares el frasco. (¿Cándido o fallido émulo de Luza y Montesinos?). Un absurdo que revive una antigua leyenda originada en temores ancestrales en el mundo rural, pero que ha dado la vuelta al mundo como cierta, dejando al Perú como una tierra de salvajes. (Siendo en comparación la historia del pulmón una anécdota: ¿le quitaría la nacionalidad el presidente a su ministro por el daño ocasionado?)”.
Toda persona medianamente informada sabe que nada de lo que el ministro dijo tiene un mínimo asidero en la realidad. A la versión la han hecho ya puré en Enemigos Íntimos y Prensa Libre y las primeras caricaturas en los diarios son buenísimas (El Comercio, Gestión). Habrá que esperar El Otorongo para seguir riéndonos.
¿Quién está detrás y qué se quiso tapar con esta monumental estafa a la credulidad popular?
En esta oportunidad hay que descartar el más alto nivel. Alan García puede tener defectos pero es inteligente y sabe que una historia así estallaría en el ridículo rápidamente. Además, al gobierno no le viene nada mal la discusión sobre el espía que hoy domina los medios, en la que el país está unido detrás del gobierno y frente a la que no hay cuestionamientos importantes a la forma en que éste ha actuado.
Creo que esto no se ha movido a nivel de gobierno en general. Sería una movida, en mi opinión, del propio Salazar. Me pregunto qué lo habría llevado a tratar de distraer la atención pública con algo tan jalado de los cabellos.
Podrían ser los tremendos avisos que el Grupo Wong sacaba en todos los periódicos esos días sobre su inacción en Andahuasi, en que lo increpaban constante y directamente de coludirse con un grupo empresarial cercano al gobierno e impedir que la Policía cumpla sus funciones.
Quizás eso también influyó, pero mi hipótesis es que lo que centralmente se trataba de tapar es la tremenda revelación que ha hecho Ricardo Uceda en la Revista Poder en su artículo El misterio del escuadrón de la muerte que da cuenta de denuncias de ejecuciones extrajudiciales de delincuentes en Trujillo. Algo nunca antes visto en el Perú y que debe ser cortado de raíz.
“Tal ha sido la centralidad del espía que ni siquiera la alucinada historia de los ‘pishtacos’ ha podido competir. Según nuestro ministro del Interior, la PNP descubrió una banda que asesinó a 60 campesinos para sacarles la grasa y venderla a 15,000 dólares el frasco. (¿Cándido o fallido émulo de Luza y Montesinos?). Un absurdo que revive una antigua leyenda originada en temores ancestrales en el mundo rural, pero que ha dado la vuelta al mundo como cierta, dejando al Perú como una tierra de salvajes. (Siendo en comparación la historia del pulmón una anécdota: ¿le quitaría la nacionalidad el presidente a su ministro por el daño ocasionado?)”.
Toda persona medianamente informada sabe que nada de lo que el ministro dijo tiene un mínimo asidero en la realidad. A la versión la han hecho ya puré en Enemigos Íntimos y Prensa Libre y las primeras caricaturas en los diarios son buenísimas (El Comercio, Gestión). Habrá que esperar El Otorongo para seguir riéndonos.
¿Quién está detrás y qué se quiso tapar con esta monumental estafa a la credulidad popular?
En esta oportunidad hay que descartar el más alto nivel. Alan García puede tener defectos pero es inteligente y sabe que una historia así estallaría en el ridículo rápidamente. Además, al gobierno no le viene nada mal la discusión sobre el espía que hoy domina los medios, en la que el país está unido detrás del gobierno y frente a la que no hay cuestionamientos importantes a la forma en que éste ha actuado.
Creo que esto no se ha movido a nivel de gobierno en general. Sería una movida, en mi opinión, del propio Salazar. Me pregunto qué lo habría llevado a tratar de distraer la atención pública con algo tan jalado de los cabellos.
Podrían ser los tremendos avisos que el Grupo Wong sacaba en todos los periódicos esos días sobre su inacción en Andahuasi, en que lo increpaban constante y directamente de coludirse con un grupo empresarial cercano al gobierno e impedir que la Policía cumpla sus funciones.
Quizás eso también influyó, pero mi hipótesis es que lo que centralmente se trataba de tapar es la tremenda revelación que ha hecho Ricardo Uceda en la Revista Poder en su artículo El misterio del escuadrón de la muerte que da cuenta de denuncias de ejecuciones extrajudiciales de delincuentes en Trujillo. Algo nunca antes visto en el Perú y que debe ser cortado de raíz.
que podemos esperar de ALAN GARCIAR un corrupto
ResponderEliminarYA VIERON EN LO QU8E TERMINO SU GRANDISIMA ESTUPIDEZ BOLONDRON DE IGNORANTES . AHORA NO TIENEN DE OTRA ADORAR A NUÑEZ PESE A QUIEN LE PESE.
ResponderEliminarQUE PENA ya vieron como quedaron grupo de brujas pegalonas????
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